domingo, 24 de junio de 2007

Lo que vende y lo que no vende


Las paredes de una ciudad son la prueba inconfundible de lo que se lleva y lo que no. Y no hablo solamente de los escaparates o los gigantescos anuncios de Lufthansa, Iberia o Loewe que penden de edificios en obras… No. Lo que vende i lo que no vende lo marca la gente de la calle, esa que un buen día cuelga un anuncio en una puerta o lo adhiere como puede a las cada vez más imposibles farolas y señales de tráfico.

Si nos fijamos en los comúnmente llamados “Pirulos” donde se anuncian mil y un conciertos y encima te enteras de la hora que es y el calor que hace, veremos cómo con el paso del tiempo, estas columnas publicitarias se convierten en víctimas de obesidad mórbida de papel. Nadie se dedica a arrancar lo antiguo para substituirlo por lo nuevo, nadie presta atención a lo que hay más abajo y nos limitamos simplemente a parchear un anuncio tras otro sin pensar en lo que en su momento cada uno ha significado. Es después de decenios sin prestarles atención que decidimos pulir la zona, y ese es el momento en que aparecen carteles de protesta de C.C.O.O., anuncios de los Juegos Olímpicos del 92, Vernel y quizá alguna que otra pinturaja vandálica.

Lo bueno que tiene el papel es que es muy incómodo de desenganchar de las paredes y en muchas ocasiones, hasta el ciudadano más estúpido que arranca carteles a troche y moche, nos regala pequeñas obras de arte de la papiroflexia. A veces esos folios, o esos posters se conjuran para crear formas divertidas y fotografiables, que a pesar de todo, sobreviven a la tendencia de quien marca lo que vende y lo que no.

Ana Joven

0 comentarios: