lunes, 17 de octubre de 2011

Vaya par de setas!!

Otoño es temporada de bolets, de caracoles y de todas esas cosas que salen con la lluvia, la humedad y el olor a tierra mojada.
Nunca he sido muy setera, ni muy caracolera, pero estoy empezando a descubrir los placeres de una buena babosa en salsita y de las mejores setas gourmet, gracias a mi madre, eso sí.

Es curioso cómo series infantiles como 'Los pitufos' nunca nos dijeron que las preciosas setitas donde viven, son en realidad la Amanita Faloides, una seta tóxica mortal. Se quedaron tan anchos y los niños de medio mundo buscábamos por el bosque las setas rojas a topos blancos gritando 'Viva!! quiero una casita de los Pitufos!!'. La naturaleza será indómita, pero el ser humano es cafre de narices.


El adosado mortífero
de un Pitufo con hipoteca

Con los caracoles son otro cantar. Nunca nadie nos ha enternecido la infancia con dibujos de una babosa así. Aunque de todos modos, generan esa ternura que nos hace meterles el dedo en el ojo sin piedad para ver cómo 'meten los cuernitos', mientras nos maldicen en idioma caracolil...


Aquí un caracol huyendo
de la olla de mi madre


Los caracoles 'a la llauna', o esos picantes de llorar que se hacen con sofrito, son un ejemplo de cómo, si el 'susto' es bueno, el caracol puede llevar la salsa que quiera.
No me gustaría a mí llevar esa vida, de palpitar lento, húmedo y tristón... para luego acabar muriendo a manos de un desaprensivo que me ha dado el susto de Dios.

Sea como fuere, el otoño es perfecto para darle a las setas como si no existiera un futuro universitario y sorber caracoles como bombas de succión.

Y eso.

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